La totalidad de la vida en la comunidad-iglesia debe ser un sacramento, un símbolo vivo que ilustra el llamamiento de Dios a la humanidad. No queremos esperar la paz y la justicia hasta el día del regreso de Cristo. Deseamos demostrar una vida de trabajo y culto compartida que haga visible y palpable hoy, en nuestra vida diaria, la armonía de su reino por venir.
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